Filosofía: Difference between revisions

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El lenguaje no puede expresar lo que pertenece a la esencia del mundo. Por tanto, no puede decir que todo fluye. El lenguaje puede decir sólo aquello que también de otros modos podemos imaginarnos. (''Philosophische Bemerkungen'', V, 54.)
El lenguaje no puede expresar lo que pertenece a la esencia del mundo. Por tanto, no puede decir que todo fluye. El lenguaje puede decir sólo aquello que también de otros modos podemos imaginarnos. (''Philosophische Bemerkungen'', V, 54.)


Que todo fluye, tiene que situarse en la esencia del contacto entre el<references />
Que todo fluye, tiene que situarse en la esencia del contacto entre el lenguaje y la realidad. O mejor: que todo fluye tiene que situarse en la esencia del lenguaje. Y recordemos: en la vida ordinaria eso no nos llama la atención —tan poco, como las márgenes borrosas de nuestro campo visual («porque estamos demasiado acostumbrados a ello», dirán algunos). ¿Cómo, en qué ocasión, creemos comenzar a prestarle atención a todo esto? ¿No es acaso cuando queremos construir frases contra la gramática del tiempo? (Cfr. ''Philosophische Bemerkungen'', V, 54.)
 
Cuando alguien dice que «todo fluye», sentimos que algo nos impide mantener fijo lo auténtico, la auténtica realidad. El proceso se nos escapa del lienzo porque es un proceso. Pero sin duda describimos algo. ¿Acaso es este otro proceso diferente? La descripción se mantiene abiertamente en conexión con la imagen del lienzo. Una falsa imagen tiene que estar a la base de nuestro sentimiento de impotencia. Puesto que aquello que podemos querer describir, es lo que podemos describir.
 
¿No es esta falsa imagen como la cinta de un filme que pasa tan rápido que no tenemos tiempo de percibir una imagen?
 
En este caso, estaríamos tentados a perseguir la imagen. Pero no hay, sin embargo, nada análogo en el curso de un proceso.
 
Es extraño que no tengamos nunca en la vida ordinaria el sentimiento de que el fenómeno se nos escapa, que no percibamos el permanente fluir de apariencias sino sólo cuando filosofamos. Esto nos indica que se trata aquí de un pensamiento que nos ha sido sugerido por un uso erróneo de nuestro lenguaje. (''Philosophische Bemerkungen'', V, 52.)
 
El sentimiento es, por tanto, que el presente se diluye en el pasado sin que podamos hacer nada para evitarlo. Y aquí nos servimos abiertamente de la imagen de una cinta que pasa sin cesar ante nosotros y que no podemos detener. Pues no se puede decir que «el tiempo fluye», si se mienta con «tiempo» la posibilidad de cambio. (''Philosophische Bemerkungen'', V, 52.)
 
Que nada nos llame la atención en absoluto cuando miramos en derredor nuestro, cuando miramos a través del espacio circundante, cuando sentimos nuestros propios cuerpos, etc.; esto muestra qué naturales son estas cosas para nosotros. No percibimos que vemos el espacio en perspectiva o que nuestro campo visual es, en cierto modo, borroso en sus márgenes. Esto no nos llama la atención y jamás podrá llamárnosla, porque ésta es nuestra forma de percibir. No reflexionamos nunca sobre ello, y es, de hecho, imposible hacerlo, ya que la forma de nuestro mundo no tiene forma contraria. (''Philosophische Bemerkungen'', V, 47.)
 
Quería decir que es curioso que quienes adscriben la realidad sólo a las cosas y no a nuestras representaciones, se mueven con tanta seguridad en el mundo de la representación que les es imposible escapar de él.
 
Es decir, qué evidente es, sin embargo, lo dado. Pero si lo dado fuera una fotografía minúscula tomada desde un ángulo oblicuo y distorsionado, se nos iría todo al diablo.
 
Aquello que es evidente, la vida, debería de ser algo casual, secunda<references />