Observaciones sobre “La rama dorada” de Frazer

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 Observaciones sobre La rama dorada de Frazer 


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Ludwig Wittgenstein

Observaciones sobre “La rama dorada” de Frazer

 

Traducción realizada en base a las siguientes versiones de las «Observaciones sobre La rama dorada de Frazer» y de «La rama dorada» de Frazer. Se han incorporado en las citas los fragmentos de este libro recogidos por Miles/Rhees (y no por el propio Wittgenstein), a los que se hace referencia en ciertas ocasiones.

  • Frazer, J. G. (1923). The golden bough: a study in magic and religion. London: Macmillan and Co.
  • Frazer, J. G. (1981). La rama dorada: magia y religión. (E. I. Campuzano, Trad.) España: Fondo de Cultura de México.
  • Wittgenstein, L. (2018). Remarks on Frazer's The Golden Bought. En S. Palmié, The mythology in our language (S. Palmié, Trad., pp. 29–76). Chicago: The University of Chicago Press.
  • Wittgenstein, L., & Rhees, R. (1967). Bemerkungen über Frazers "The Golden Bough". Synthese, Springer, 17(3), 233-253.

Por lo demás, valga mencionar que se ha intentado realizar una traducción lo más literal posible a nivel gramatical, para conservar el estilo del autor, así como las vaguedades y particularidades propias tanto de este como de un texto de carácter fragmentario.

El texto original está en el dominio público en su país de origen y en otros países y zonas donde el plazo de los derechos de autor es la vida del autor más 70 años o menos. Esta traducción se publica bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribución-Compartir Igual.


I · II


Ludwig Wittgenstein

Observaciones sobre La rama dorada de Frazer


[Observaciones preliminares escritas en la sección sobre Frazer de su libro manuscrito, pero no conectados con este y marcados posteriormente por Wittgenstein con una /S/ de schlecht, es decir, «malo» (cf. Rhees, 1967: 233)]


Ahora creo que sería adecuado comenzar mi libro con observaciones sobre la metafísica como un tipo de magia.

Aunque en estas no debería ni darle alas a la magia ni ridiculizarla.


Se debería mantener la profundidad en la magia.

Sí, la desaparición de la magia tiene aquí el carácter de la propia magia.


Pues cuando un día empecé a hablar del «mundo» (y no de este árbol o esta mesa), qué pretendía si no conjurar algo superior en mis palabras.


I

Se debe comenzar por el error y [después] llevar la verdad hasta él.

Es decir, se debe desvelar la fuente del error, de otra manera no nos sirve de nada escuchar la verdad. Ella no puede introducirse cuando alguna otra cosa ocupa su lugar.

Para convencer a uno de la verdad no es suficiente constatar la verdad, sino que se debe encontrar el camino desde el error hasta la verdad.

Debo sumergirme una y otra vez en las aguas de la duda.


La exposición de Frazer sobre las concepciones [Anschauungen] mágicas y religiosas del ser humano es insatisfactoria: hace que dichas concepciones aparezcan como errores.

Así, ¿estaba también San Agustín equivocado al invocar a Dios en cada página de las Confesiones?

Pero, se podría decir, si no estaba equivocado, tampoco lo estaba el santo budista, o cualquiera que fuera, cuya religión manifiesta una concepción completamente distinta. Pero ninguno de ellos estaba equivocado, excepto al establecer una teoría.


Ya me parece errada la idea de querer explicar la costumbre [Gebrauch] (por ejemplo, el asesinato del rey-sacerdote). Todo lo que Frazer hace es hacerla [esta idea] plausible a personas que piensan de manera muy similar a él. Es muy llamativo que todas estas costumbres, al final, sean presentadas como, por así decirlo, estupideces.

Sin embargo, nunca será plausible que las personas hagan todo eso por mera estupidez.

Cuando nos aclara, por ejemplo, que el rey debiera ser asesinado en su propia sangre, porque si no, según las concepciones de los salvajes, su alma no se mantendría fresca, entonces uno solo puede decir: donde se encuentran aquella costumbre y esta creencia, ahí no surge la costumbre de la creencia, sino que sencillamente se dan ambas allí.

Puede ser, y esto ocurre hoy a menudo, que una persona abandone una costumbre después de haber reconocido un error sobre el que esta costumbre se sostiene. Pero este caso existe solamente allí donde basta hacer consciente a las personas de sus errores para disuadirlos de sus comportamientos [Handlungsweise]. Pero ese no es en absoluto el caso de las costumbres religiosas de un pueblo y por eso no se trata precisamente de un error.[1]


Frazer dice que es muy difícil desvelar el error en la magia (y por eso se mantendría esta tanto tiempo) ya que, por ejemplo, un conjuro que debe traer la lluvia, con toda seguridad, se realiza de manera efectiva más tarde o más temprano.[2] Pero entonces es llamativo que las personas no se dieran cuenta antes de que de todas formas acaba lloviendo más tarde o más temprano.


Yo creo que el intento de [dar] una explicación ya es en sí mismo erróneo, porque uno solo debe compilar correctamente lo que uno sabe, y no añadir nada; y [así] la satisfacción que se pretendía con la explicación, surge de sí misma.


Y la explicación no es aquí, en absoluto, lo que satisface. Cuando Frazer empieza y nos cuenta la historia del rey del bosque de Nemi, lo hace en un tono que muestra que aquí ocurre algo llamativo y terrible. Pero la pregunta «¿por qué ocurre esto?» es en verdad contestada de la siguiente manera: porque es terrible. Esto significa que, lo que en este proceso nos aparece como terrible, magnífico, macabro, trágico… no [aparece] menos como trivial e insignificante, eso ha creado dicho proceso.


Aquí uno solo puede describir y decir: así es la vida humana.


La explicación, en comparación con la impresión a la que da lugar lo descrito, es muy insegura.


Cada explicación es una hipótesis.


Pero a quien, por ejemplo, esté preocupado por el amor, una explicación hipotética le ayudará poco. Esta no le consolará.


La aglomeración de los pensamientos, que no salen a la luz porque quieren avanzar a la vez, atrancándose así en la salida.


Cuando uno sitúa junto a esa narración del rey-sacerdote de Nemi la palabra «la majestad de la muerte»[3], puede ver que ambas son uno.

La vida del rey-sacerdote representa lo que con dicha palabra se quiere decir.


Quien es captado por la [expresión] majestad de la muerte, puede manifestar esto mediante una vida tal. Esto no es, obviamente, ninguna explicación, solo establece un símbolo para [designar] otro. O una ceremonia para otra.


En la base de un símbolo religioso no yace ninguna opinión.

Y solo el error corresponde a la opinión.


Uno querría decir: este y este proceso han tenido lugar; ríete [lach’] si puedes.

Los comportamientos [Handlungen] religiosos, o la vida religiosa, del rey-sacerdote no es diferente de los comportamientos religiosos genuinos de hoy, como una confesión de los pecados. También esta se deja «explicar» y [a la vez] no se deja explicar.


Arder en una efigie. Besar la imagen del amado. Esto, obviamente, no se basa en una creencia en un efecto concreto sobre el objeto que la imagen representa. Aspira a una satisfacción y también la alcanza. O, mejor dicho, no aspira a nada en absoluto; nos comportamos así y entonces nos sentimos satisfechos.


Uno podría también besar el nombre de la amada[4] y aquí sería clara la sustitución a través del nombre.


El mismo salvaje que, aparentemente para matar a su enemigo, perfora la imagen de este, construye realmente su cabaña de madera y talla sus flechas con destreza, y no en una efigie.


La idea de que uno puede atraer hacia sí un objeto inanimado igual que puede atraer hacia sí a una persona. Aquí el principio es el de la personificación.


Y siempre se basa la magia en la idea del simbolismo y del lenguaje.

La representación de un deseo es, en sí mismo,[5] la representación de su cumplimiento.

La magia, sin embargo, trae un deseo a la representación, expresa un deseo.


El bautizo como ablución [Waschung]. El error surge en el momento en el que la magia es interpretada científicamente.

Cuando la adopción de un niño se lleva a cabo de tal manera que la madre le empuja a través de sus ropas, es descabellado creer que aquí existe un error y [que] ella cree haber dado a luz al niño.[6]

De las operaciones mágicas hay que distinguir aquellas que consisten en una representación falsa, demasiado simple, de las cosas y los procedimientos. Por ejemplo, cuando uno dice que la enfermedad se transfiere de una parte del cuerpo a las otras o toma medidas para extraer la enfermedad como si fuera un líquido o un estado de calor. Uno se hace entonces una imagen falsa, lo que aquí significa inadecuada [unzutreffend].


¡Qué angosta es la vida espiritual según Frazer! De ahí: ¡qué imposibilidad de captar una vida distinta de la inglesa de su tiempo!


Frazer no puede representarse un sacerdote que no sea básicamente un párroco [Parson][7] de nuestro tiempo, con su estupidez y su superficialidad al completo.


Por qué no debería poder ser su nombre sagrado para el ser humano. Por un lado es el instrumento más importante que se le ha dado, por el otro, como una joya que le fue colgada sobre los hombros en su nacimiento.

Cuán engañosas son las explicaciones de Frazer se observa (creo yo) en el hecho de que uno podría fácilmente inventarse las costumbres primitivas y sería casualidad que estas no se encontrasen verdaderamente en algún lugar. Esto significa [que] el principio según el cual estas costumbres son ordenadas es uno mucho más general de lo que Frazer explica y se encuentra en nuestra propia alma, de tal manera que podríamos imaginar todas las posibilidades por nosotros mismos. – Por ejemplo, podemos imaginarnos fácilmente que el rey de una tribu no fuera visible para nadie, pero también que cada hombre [Mann] de la tribu debiera verlo. En el último caso entonces no deberá ocurrir de manera más o menos aleatoria, sino que él debería ser mostrado a la gente. Quizás nadie podrá tocarle, quizás [todos] deberán tocarle. Pensemos en que, tras la muerte de Schubert, su hermano troceó sus partituras en pequeños fragmentos y les dio a sus estudiantes predilectos tales fragmentos de unos pocos compases. Esta acción, como gesto de amor [Pietät][8], nos es tan comprensible, como la otra, dejar las partituras intactas, a nadie accesibles, almacenadas. Y si el hermano de Schubert hubiera quemado las partituras, también podría ser entendido como un gesto de amor.

Lo ceremonial (caliente o frío) en oposición a lo accidental (templado) caracteriza el amor [Pietät].

Sí, las explicaciones de Frazer no serían explicaciones en absoluto si no apelaran en último término a una tendencia natural en nosotros.

Comer y beber están unidos a [diversos] peligros, no solo para el salvaje, sino también para nosotros; [por lo que] no hay nada más natural que querer protegerse de ellos; y estas medidas de protección podríamos inventarlas nosotros mismos. Pero, ¿acorde a qué principio lo haríamos? Claramente, después de que todos los peligros hayan sido reducidos según su forma a unos muy sencillos, que sean evidentes para el ser humano. Por lo tanto, según el mismo principio por el cual los más incultos entre nosotros dicen que la enfermedad se traspasa de la cabeza al pecho, etc., etc. En estas sencillas imágenes, la personificación juega obviamente un gran papel, pues es por todos conocido que los seres humanos (como espíritus) pueden ser peligrosos para otros seres humanos.

El hecho de que la sombra humana parezca un ser humano, o su reflejo; que las lluvias, las tormentas, las fases de la luna, el cambio de estación, la similitud y la diferencia de los animales entre sí mismos y respecto al hombre, la apariencia de la muerte, del nacimiento y de la vida sexual; en definitiva todo aquello que el ser humano percibe año tras año, que conecta entre sí de múltiples maneras, y que jugará un papel en su pensamiento (su filosofía) y en sus costumbres, es evidentemente, o es precisamente, lo que nosotros realmente sabemos y que es interesante.[9]

Cómo habría podido el fuego, o la similitud del fuego con el sol, no crear una impresión en el despertar del espíritu humano [erwachenden Menschengeist][10]. Pero quizás no «porque él no puede explicárselo» ([lo cual es una] estúpida superstición de nuestro tiempo), pues ¿será menos impresionante debido a la «explicación»?

La magia en Alicia en el país de las maravillas[11], secándose a través de la lectura de lo más seco que hay.[12]

En la sanación mágica de una enfermedad uno le indica [a esta] que debe abandonar al paciente.

Tras la descripción de una cura mágica de este tipo uno siempre querría decir: si la enfermedad no entiende eso, entonces no sé cómo se lo debería decír.

No quiero decir que justo el fuego debe producir una impresión en cada uno. El fuego no más que cualquier otro fenómeno, y un fenómeno [produce una impresión] en éste, otro en aquél. Pues ningún fenómeno es en sí mismo especialmente misterioso, pero cualquiera puede volverse tal para nosotros, y eso es precisamente lo característico en el despertar del espíritu del ser humano [erwachenden Geist des Menschen], que para él un fenómeno se vuelve significativo. Casi se podría decir que el ser humano es un animal ceremonial. Esto es parcialmente falso, parcialmente absurdo, pero también hay algo verdadero en ello.

Esto significa que uno podría comenzar un libro sobre antropología de la siguiente manera: si uno observa la vida y la conducta del ser humano sobre la tierra, entonces verá que, aparte de las acciones que uno podría llamar animales, como la ingesta de alimentos, etc., etc., etc., también realizan aquellas que contienen un carácter propio y que uno podría llamar acciones rituales.

Pero entonces es un absurdo proceder así, diciendo que lo característico de estas acciones es que surgen de concepciones erróneas sobre la física de las cosas. (Así lo hace Frazer cuando dice que la magia es esencialmente falsa física, o bien falsa medicina, [falsa] técnica, etc.).

Más bien, lo característico de las acciones rituales no es en ningún caso una perspectiva, una opinión, sobre si esta es verdadera o falsa, aunque una opinión (una creencia) puede también ser ritual en sí misma, puede pertenecer al rito.


Cuando uno considera evidente que el individuo disfruta en su fantasía, entonces considera que esta fantasía no es como un dibujo o un modelo plástico, sino una figura compleja de componentes heterogéneos: palabras e imágenes. Entonces, no se situará más el operar con caracteres de escritura y fonogramas en oposición al operar con «imágenes de representación» de los eventos.


Debemos arar a fondo la totalidad del lenguaje.


Frazer [dice]: «Parece cierto que estas operaciones están dictadas por el miedo de los fantasmas de los caídos».[13] Pero, ¿por qué usa Frazer la palabra «fantasma»[14]? Entiende tan bien esta superstición, que nos la aclara con una palabra supersticiosa de uso corriente para él. O, mejor dicho, podría haber visto en esto que también hay algo en nosotros que habla a favor de aquellos modos de actuación del salvaje. – Cuando yo, que yo no creo que haya en ningún lugar seres humanos-sobrehumanos que uno pueda llamar dioses – cuando yo digo: «temo la venganza de los dioses», entonces esto demuestra, que puedo querer decir algo con eso, o que puedo darle expresión a una sensación, que no necesariamente está unida con aquella creencia.


Frazer estaría en situación de creer que un salvaje muere de un error. En los libros de lectura de la enseñanza básica pone que Atila llevó a cabo sus grandes campañas bélicas, porque creía poseer la espada del dios del trueno.

Frazer es mucho más salvaje[15] que la mayoría de sus salvajes, pues estos no estarán tan lejos de la comprensión de un asunto espiritual como un inglés del siglo XX. Sus explicaciones de las costumbres primitivas son mucho más crudas que el propio sentido de estas costumbres.


La explicación histórica, [esto es] la explicación como hipótesis del desarrollo, es solo una forma de compilar los datos; su sinopsis. También es posible ver los datos en su relación mutua y compilarlos en una imagen general sin ponerlos en forma de hipótesis sobre el desarrollo temporal.


Identificación de los dioses propios con los dioses de otros pueblos. Uno se convence así de que los nombres tienen el mismo significado.

«Y así el coro señala una ley oculta», querría uno decirle a la recopilación de hechos de Frazer. Pues puedo presentar esta ley, esta idea, como una hipótesis del desarrollo [Entwicklungshypothese] o también, análogo al esquema de una planta, a través del esquema de una ceremonia religiosa o a través de la mera agrupación del material de los hechos, en una representación «sinóptica».[16]


El concepto de una representación sinóptica tiene para nosotros un significado fundamental. Él denota nuestra forma de representación, la forma en la que vemos las cosas. (Un tipo de «cosmovisión» [Weltanschauung], como aparentemente es típico para nuestro tiempo. Spengler[17]).


Esta representación sinóptica transmite la idea, la que sea que ahí se encuentre, de que nosotros «vemos las conexiones». De ahí la importancia de encontrar eslabones perdidos [Zwischenglieder].


Sin embargo, en este caso, un eslabón perdido hipotético no debe hacer nada más que dirigir la atención a la similitud [y] a la dependencia entre los hechos. Igual que uno ilustra la relación interna del círculo a la elipse mediante la conversión gradual de una elipse en un círculo; pero no para afirmar que una cierta elipse haya surgido fáctica, históricamente de un círculo ([lo que sería una] hipótesis de desarrollo), sino únicamente para adiestrar nuestro ojo en una relación formal.

Pero también puedo ver la hipótesis de desarrollo como nada más que el disfraz de una relación formal.


[Las siguientes observaciones no se encuentran junto a las anteriores en el manuscrito a máquina original (cf. Rhees, 1967: 242). Miles/Rhees recogen que los anteriores fragmentos se escribieron como formando parte de un ensayo separado (cf. Miles/Rhees XXX)]


Querría decir lo siguiente: nada muestra mejor nuestro parentesco con aquellos salvajes que [el hecho de que] Frazer tenga a mano una palabra tan corriente para él y para nosotros como «fantasma» o «sombra»[18] para describir las perspectivas de estas gentes.

(Aunque esto es algo distinto a, por ejemplo, si él describiera que los salvajes se imaginan que se les cae su cabeza[19] cuando han matado a golpes a un enemigo. Aquí nuestra descripción no tendría nada de supersticioso o mágico).

Sí, esta singularidad [se encuentra] no solamente en la expresión «fantasma» o «sombra»,[20] y poco se tiene en cuenta el hecho de que en nuestro propio vocabulario educado contemos con las palabras «alma» o «espíritu» ("spirit")[21]. Frente a esto es una nimiedad que no pensemos que nuestra alma come y bebe.


En nuestro lenguaje reside una mitología completa.

[Se habla de] expulsar a la muerte o asesinar a la muerte; pero por otro lado es presentada como un esqueleto, como [si estuviera] ella misma muerta en cierto sentido. «Tan muerta como la muerte»[22] «Nada está tan muerto como la muerte; nada es tan bello como la propia belleza». La imagen bajo la cual uno piensa la realidad es que la belleza, la muerte… son las sustancias puras (concentradas), mientras que en un objeto bello existen como una mezcla. – Y, ¿no reconozco yo aquí mis propias observaciones sobre el «objeto» y el «complejo»?[23]


En los antiguos ritos tenemos el uso de un lenguaje de signos extremadamente cultivado.

Y cuando yo leo en Frazer querría decir a cada instante: todos estos procesos, estas transformaciones de significado, las tenemos ante nosotros en las palabras de nuestro lenguaje [Wortsprache]. Cuando lo que se esconde en la última gavilla es llamado el «lobo del grano» [Kornwolf][24], pero también la gavilla en sí misma, y también el hombre [Mann] que la ata, entonces podemos reconocer de aquí un procedimiento lingüístico archiconocido.[25]


[break]


Me podría imaginar que hubiera tenido la oportunidad de elegir un ser terrestre [cualquiera] como la vivienda para mi alma, y que mi espíritu habría elegido esta desfavorecida criatura como su sede y mirador. Quizás para él la excepción de una bella sede sería desagradable. No obstante, para ello el espíritu debería estar muy seguro de sí mismo.


Se podría decir: «cada perspectiva tiene un encanto que encontrarle», pero eso sería erróneo. Lo correcto es decir [que] cada perspectiva es significativa para aquel que la ve como significativa (lo cual no significa que la vea distinta a como es). Sí, en ese sentido es cada perspectiva igualmente significativa.


Sí, es importante, que debo hacer mío también el desdén de otro por mí, vista como una parte esencial y significativa del mundo desde mi posición.


Si un individuo fuera libre para elegir nacer en un árbol [cualquiera] del bosque, entonces habría aquellos que escogerían el árbol más alto o el más bello; aquellos que elegirían el más pequeño; y aquellos que habrían elegido un árbol promedio o bajo la media, y no quiero decir que lo hagan por conformismo [Philostrosität], sino precisamente por la razón o el tipo de razón, por las que el otro ha elegido el más alto. Que el sentimiento que tenemos por nuestra vida sea comparable con el de un ser tal que pudiera elegir su punto de vista en el mundo subyace, según creo, al mito (o la creencia) de que podríamos haber elegido nuestro cuerpo antes del nacimiento.


[break]


Creo que lo característico del hombre primitivo es que no actúa en base a opiniones (al contrario de [lo que piensa] Frazer).

Leo, entre muchos ejemplos similares, de un rey de la lluvia en África al que la gente le pide por la lluvia cuando viene el periodo de lluvias.[26] Pero entonces, esto significa que ellos en el fondo no piensan que él pudiera provocar la lluvia, ya que entonces lo harían en el periodo seco del año, en el que la tierra es «un desierto árido y reseco».[27] Pues si uno acepta que la gente impuso una vez este cargo del rey de la lluvia por estupidez, entonces es ciertamente claro que ya tenían con anterioridad la experiencia de que en marzo comienza la lluvia y habrían dejado funcionar al rey de la lluvia durante la restante parte del año. O también [ocurre lo mismo en el siguiente ejemplo]: mañana, aproximadamente cuando el sol pretende[28] salir, celebrarán los seres humanos ritos del amanecer, pero no en la noche, cuando, sencillamente, encenderán lámparas.


Cuando estoy enfadado por algo, a veces golpeo con un bastón la tierra o un árbol, etc. Sin embargo, no creo que la tierra sea culpable o que el golpear pueda ayudar en algo. «Dejo salir mi furia». De este tipo son todos los ritos. Estas acciones se pueden llamar acciones-instintivas. – Y una explicación histórica, como que yo o mis antepasados anteriormente creyéramos que el golpear la tierra ayuda en algo, es una farsa, pues son suposiciones vagas que no explican nada. Importante es la similitud de este acto [de liberación de la rabia] con un hostigamiento, pero más allá de esta similitud no hay nada que constatar.

Sea puesto en conexión, en una ocasión, tal fenómeno con un instinto que yo mismo poseo, entonces esto simplemente pasa a ser la explicación deseada, es decir, la que resuelve esta dificultad especial. Y una investigación adicional sobre la historia de mi instinto se mueve en otra órbita.

Ninguna razón, por nimia que sea, es decir, ninguna razón en absoluto, puede haber habido, que llevara a ciertas razas de seres humanos [Menschenrassen] a adorar al roble, sino solo en tanto que estos y el roble estuvieran unidos en convivencia [Lebensgemeinschaft], es decir, no por elección, sino, igual que la pulga y el perro, originados el uno junto al otro.[29] (Si las pulgas desarrollaran un rito, estaría referido al perro).


Se podría decir [que] lo que ha dado lugar a este rito no es su unión (la del roble y la persona), sino, en cierto sentido, su separación.

Pues el despertar del intelecto [das Erwachen des Intellekts] ocurre con la separación del suelo primordial, el fundamento primordial de la vida. (El surgimiento de la elección).

(La forma del espíritu que despierta [erwachenden] es la veneración).

  1. Miles/Rhees citan aquí La rama dorada, página 312 en la versión en español [264 en la inglesa]: «pero la reflexión y la investigación debería satisfacernos con la idea de que estamos en deuda con nuestros predecesores por todo lo que pensamos y que sus errores no son extravagancias intencionadas o delirios de grandeza, sino simples hipótesis, justificables como tal al tiempo que fueron propuestas, pero que una experiencia más completa ha probado inadecuada. Solo mediante el examen recurrente de las hipótesis y el rechazo de la falsedad se puede dilucidar la verdad. Al fin y al cabo, lo que llamamos verdad solo es la hipótesis que ha resultado funcionar mejor. Por lo tanto, al revisar las opiniones y prácticas de las épocas y razas más rudimentarias deberíamos mirar con indulgencia sus errores como patinazos inevitables cometidos en la búsqueda de la verdad, y darles el beneficio de esa indulgencia que nosotros mismos quizás algún día necesitemos: “así, los ancianos deben ser escuchados con indulgencia” [en latín en el original: cum excusatione itaque veteres audiendi sunt]».
  2. Miles/Rhees citan aquí La rama dorada, página 86 en la versión en español [59 en la inglesa]: «Una ceremonia orientada a hacer que el viento silbe o que la lluvia caiga, o que provoque la muerte de un enemigo, siempre será seguida, más tarde o más temprano, por el suceso que debería de provocar; y un hombre primitivo debería ser excusado por tomar el suceso como un resultado directo de la ceremonia, y la mejor prueba posible de su eficacia».
  3. Misma estructura literal en alemán («palabra» en singular para referirse a una expresión compuesta).
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